post-title Hablemos de queerbaiting, ¿Queer… Qué?

Hablemos de queerbaiting, ¿Queer… Qué?

Hablemos de queerbaiting, ¿Queer… Qué?

Hablemos de queerbaiting, ¿Queer… Qué?

Lo queer no tiene dueños, hojas de ruta ni manuales a seguir, pero es importante que la industria del entretenimiento no lo manipule solamente para lucrarse, ganar popularidad o como estrategia engañosa para atraer audiencia.

Bad Bunny besando a uno de sus bailarines en los MTV. Dua Lipa y St. Vincent bailando sensualmente en los Grammy. Charlie Puth posteando fotos preguntándose si es activo o pasivo. Y hasta la mismísima Madonna besando a Britney Spears en los MTV de 2003. A estos se suman otros personajes del cine y la televisión en RiverdaleSherlock Holmes y hasta Frozen.

Todos tienen algo en común: muestran comportamientos o insinuaciones queer así sus protagonistas no se identifiquen de esta manera. ¿Expresión artística o queerbaiting?

El famoso beso entre Madonna y Britney Spears en los MTV de 2003

De acuerdo con Dictionary.com, queerbaiting se refiere “a la práctica de sugerir relaciones o atracciones no heterosexuales (en un show de televisión, por ejemplo) para atraer o capturar audiencia LGBTIQ, o para despertar interés sin realmente representar esas relaciones”.

En otras partes, queerbaiting se define así: “cuando una producción te hace creer que tiene representación LGBTIQ, pero realmente te está mintiendo para que te quedes frente a la pantalla hasta el final con la esperanza de que ocurra algo que represente sinceramente historias de vida LGBTIQ”.

Una definición más concisa, podría ser que queerbaiting “es una estrategia de marketing en la que los creadores de shows, películas o historias insinúan que existe una storyline LGBTIQ, pero en realidad no la hay”.

Hay varios ejemplos en series de televisión y en cine, incluido el video “Prisoner” de Dua Lipa y Miley Cirus, la aparente ambigüedad sexual de Sherlock y Watson en Sherlock Holmes, el beso de Bad Bunny con un bailarín en los MTV y hasta Elsa de Frozen.

Si estamos de acuerdo con estas definiciones, me atrevería a extender el concepto de queerbaiting a las redes sociales. Por ejemplo, Instagram alberga una plétora de cuentas de figuras masculinas con posts sugestivos que insinúan una sexualidad “no heterosexual” para atraer seguidores.

O, lo que podría ser más molesto, figuras públicas e influenciadores crean contenido audiovisual en donde, por ejemplo, dos hombres que se autoperciben como heterosexuales tienen alguna interacción claramente homosexual, a modo de burla, chiste o entretenimiento.

Mi curiosidad por el término queerbaiting empezó cuando hubo acusaciones hacia Luca, una película animada de Disney, que cuenta la historia de dos niños monstruos marinos de 13 y 14 años, Luca y Alberto, y de sus aventuras juntos.

Luca tiene prohibido ir a la superficie e interactuar con seres humanos. Luca conoce a Alberto, quien también es un monstruo marino, pero vive en la superficie y lo incita a explorar el mundo fuera del océano. Ambos niños desarrollan una amistad fuerte y estrecha.

Un artículo de The Conversation UK argumenta que la película “puede leerse como queer”, pues Luca y Alberto construyen una amistad un tanto gay y las experiencias de los personajes pueden relacionarse con situaciones de personas LGBTIQ.

Por ejemplo, el hecho de que Luca oculte sus aventuras en la superficie y, por ende, su interacción con Alberto, o que los niños vivan prevenidos de que su secreto (ser monstruos marinos en el mundo humano) se descubra, podría fácilmente vincularse con experiencias queer.

Queerbaiting, al menos como es entendido hoy, emerge cuando estas expresiones tienen su base en un imaginario queer ficticio.

¿Qué determina si una producción está realmente queerbaiting a la audiencia? El exintegrante de la banda One Direction, Harry Styles, ha sido acusado de queerbaiting por su expresión de género alejada de la tradicionalmente masculina. Pero ¿es esto realmente queerbaiting?

Creo que la respuesta es no, pero reflexionemos. Estoy de acuerdo con este artículo de Otamere Guobadia en que la forma en que “adornamos” nuestro cuerpo, con ropa y accesorios, es una expresión individual y no hay fórmulas que pertenezcan única y exclusivamente a las personas queer.

Guobadia explica: “el género y cómo este se manifiesta no tiene dominio, regentes, legisladores ni juramentos de lealtad y ciertamente ningún costo de admisión”.

Entonces, acusar a Harry Styles o a cualquier persona a quien percibimos heterosexual, sería irresponsable e hipócrita. Estaríamos reivindicando la idea de que lo queer debe verse, mostrarse, desarrollarse y promoverse por poseedores específicos: las personas LGBTIQ únicamente.

Harry Styles se muestra con una personalidad libre y vivaz, entendiendo que su expresión de género no dicta su orientación sexual.

Ahora, ¿tienen los artistas y figuras públicas la obligación de hacer explícita su orientación sexual? Claramente no. Pero el hecho de que personas heterosexuales utilicen representaciones queer ficticias con fines de marketing, entretenimiento o popularidad podría entenderse como queerbaiting. La pregunta es: ¿cómo sabemos si una persona es o no heterosexual?

Si una producción cinematográfica hace insinuaciones de representación LGBTIQ durante un tráiler, pero realmente no hay tal representación, podría decirse que hay queerbaiting. Pero ¿qué entendemos como una representación legítima de las personas LGBTIQ? Un ejemplo podría ser The Sandman. ¡Esa es una historia para otro día!

Ahora bien, es distinto (y me atrevería a decir, también problemático) acusar a un artista o personaje de queerbaiting cuando asumimos su orientación sexual y determinamos que esta persona debe actuar y comportarse de cierta forma, dentro y fuera del escenario.

Como el caso de Elsa de Frozen, quien no es explícitamente heterosexual, ¿eso no la hace automáticamente queer? O incluso Luisa de Encanto, quien también se convirtió en un ícono lésbico por ser súper musculosa y butch, aunque no haya referencias al respecto en la película.

Entonces, ¿está bien ejercer presión para que celebridades y artistas que percibimos como queer… Lo sean? ¿No estaríamos cayendo en la misma dinámica que tanto criticamos de asumir la orientación sexual de alguien?

Esto me lleva a reflexionar algo, específicamente el hecho de que creemos contenido audiovisual queer con celebridades heterosexuales porque desearíamos que sean queer, o para alimentar nuestras “fantasías”, por entretenimiento o diversión. Basta con mirar Instagram o TikTok con imágenes y videos de Henry Cavill, Chris Evans o Chris Hemsworth.

En conclusión…

Aún estoy entendiendo el concepto queerbaiting y, como en todo, no hay una definición clara que nos permita distinguir cuándo existe y cuándo no. Pero podríamos estar de acuerdo en que lo queer, como quiera que se exprese, no tiene dueños, prescripciones, hojas de ruta ni manuales, siempre y cuando sea genuino y nacido de nuestra personalidad y creatividad sin límites.

Nos alegramos cuando una persona, famosa o no, está cómoda con su orientación sexual o identidad de género y lo hace público. Lo celebramos con orgullo porque sabemos lo duro que es entendernos y aceptarnos como seres diversos.

Pero esto es distinto a sugerir ser LGBTIQ sin serlo, por buscar popularidad y lucrarse con ello. Si esto pasa en la industria del entretenimiento, para mí, es queerbaiting. En el caso de Disney, es claro que la compañía ha estado luchando y tropezándose con su idea de una representación real LGBTIQ.

Dicho esto, también creo que no podemos acusar de queerbaiting a todo lo que nos parece queer y no lo sea… Y ¿si todas las personas somos un poco queer, existirá el baiting? ¿Qué opinan?

Fuente: sentiido

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